En el entorno de nuestro pueblo pueden encontrarse vestigios de 4 atalayas musulmanas. Construidas en los siglos X y XI, tenían diversas funciones, pero sobre todo servían para vigilar los caminos islámicos y avisar con antelación de cualquier incursión por parte de las tropas cristianas.
En el año 711 los árabes desembarcan en el sur de la Península Ibérica. Inician en esa fecha una expansión territorial vertiginosa que les permite controlar en unos cinco años la mayor parte de los territorios del hasta entonces reino visigodo de Toledo. Por su parte, los cristianos permanecen aislados en el norte y solo a partir de finales del siglo IX y principios del X el afán repoblador del rey leonés Alfonso III supondrá un peligro para el califato de Córdoba. Desde el siglo X asistimos a un escenario de enfrentamiento permanente en la Meseta Norte.
En este contexto el Duero se convierte en la frontera, la extremadura de la época (por extrema Durii, los puntos avanzados del Duero). El califato impulsa entonces en la franja soriana, su frontera o marca media, el establecimiento de un poderoso dispositivo militar compuesto por varias fortalezas, entre las que disponen una serie de torres denominadas atalayas con el fin de vigilar las rutas de comunicación.
En el siguiente vídeo el ribense de adopción Isaac Moreno Gallo explica dónde se ubicaban las atalayas en toda la comarca y cómo funcionaban como sistema de vigilancia y alerta:
La frontera califal del Duero: la defensa telegráfica
El dispositivo de vigilancia mediante la sucesión de torres requirió un estudio previo y detenido del terreno con el fin de plantear su ubicación en los puntos de máximo dominio visual, si bien no faltan otras, las menos, dispuestas en zonas bajas. Estas muy probablemente estaban destinadas a la vigilancia y control de los caminos y los valles secundarios, así como la comunicación intervisual rápida entre la capital, situada en Medinaceli, y la gran fortaleza califal de Gormaz. Las atalayas se levantan con gruesos muros de sillarejo de caliza trabado con mortero de cal y son en general de planta circular y forma cilíndrica, aunque en uno de los casos conocidos nos encontramos ante un alzado troncocónico. El acceso de reducidas dimensiones estaba situado deliberadamente a varios metros del suelo y se calcula que la altura de estas construcciones rondaría los 10 metros.
En el interior las atalayas están divididas en varios pisos de tablas de madera que descansan sobre grandes vigas embutidas en los muros. El piso principal es el que ofrece la entrada al exterior, mientras que el piso inferior serviría probablemente como almacén de víveres. Desde la terraza establecían la comunicación visual con otras atalayas a través de sistemas variados como las señales visuales (espejos, humo y fogatas) y acústicas, facilitando así la transmisión de mensajes instantáneos entre las fortalezas principales y las secundarias tanto de día como de noche. En la actualidad conocemos más de una treintena de atalayas en Soria concentradas en una franja de terreno entre Medinaceli y San Esteban de Gormaz, en los valles de los ríos Bordecorex y Torete.
Las 4 atalayas de las que hay constancia en el entorno de Bodecorex son:

Atalaya Torre Vicente o Torremocha (Siglo X/XI)
Parcialmente destruida, se encuentra al fondo del cañón aguas arriba del río Torete, en el camino hacia Fueltegelmes. Construida en fábrica de tosca mampostería, apenas levanta cuatro metros del suelo. No mantiene comunicación visual con otras atalayas conservadas, siendo seguramente su función el control de entradas y salidas del valle del río Escalote hacia Medinaceli.

Atalaya de la Veruela (Siglo X)
Situada junto a la carretera que discurre hacia Caltojar , su función era la de vigilar el valle del Escalote. La Veruela (también llamada Los Pilones) muy bien restaurada en 2001, cuenta con una escalera de caracol metálica para acceder a la entrada en alto, y escalas también metálicas que comunican sus dos pisos y la terraza.
Conserva unos diez metros de altura, dividida en tres pisos, por cinco de diámetro y poco menos de metro y medio de grosor en fábrica de mampostería. La puerta de acceso se encuentra en altura y todavía se aprecian las jambas. En su exterior se aprecia el arranque de un muro, que indica la presencia de un recinto exterior. Controla el valle del río Torete.

Atalaya de la Ojaraca (Siglo X)
Situada en el término de Caltojar vigila también el valle del Escalote. Se encuentra justo enfrente de La Veruela, en el vértice Ojaraca a 1.119 metros, que divide los valles del Escalote y el Bordecorex o Torete y se encuentra en peores condiciones, sólo la mitad del muro de su perímetro se mantiene en pie hasta unos ocho metros de altura. Controla visualmente la zona entre Barahona y Caltojar, siendo de gran importancia para la vigilancia del camino islámico entre Medinaceli y Gormaz.
Su fábrica es de mampostería y tiene supuestamente cinco metros de diámetro, y metro y veinte centímetros de grosor. En la mitad del perímetro que conserva se apreciaban las marcas de las vigas de un solado de madera a media altura. Consta de planta baja y dos alturas más. La ausencia de vanos refuerza su carácter defensivo, a excepción de un ventanuco en la segunda planta.
En la base se acumulan piedras de gran tamaño, ligeramente trabajadas a modo de sillares, de forma circular con un perímetro superior al de la torre.

Torre de la Iglesia (Siglo X)
La iglesia románica de San Miguel Arcángel en Bordecorex tiene una torre, que tanto por su situación (entre las atalayas de Caltojar y la fortaleza de Fuentegelmes), como por su construcción, indica que pudo ser una atalaya o torre defensiva. Fabricada en sillar, se presume que la obra pudo realizarse en el siglo X y por tanto sería de traza musulmana.
Desgraciadamente, la torre se derrumbó en el año 2008 por la falta de mantenimiento, siendo reconstruida posteriormente.






